martedì 30 settembre 2014

Quizás no soy políticamente correcta


Quizás no soy políticamente correcta. Quizás puedo herir sensibilidades con lo que siento y pienso. Pero es verdad. No soy políticamente correcta cuando digo que me gusta visitar los cementerios porque me dan mucha paz y porque en el fondo siento que la muerte es sólo un signo de la verdadera realidad que viene con el más allá.

Quizás no soy políticamente correcta al decir que no me gusta cuando todo me va bien, que me aburre una vida cómoda e instalada pensando que 175 millones de mis hermanos latinoamericanos viven por debajo del nivel de la pobreza.

No soy políticamente correcta, al no admirar a los grandes y poderosos, ni a los políticos, ni a los exitosos, ni a los que tienen mil títulos y libros enredados. No envidio a los que tienen dinero, ni a los que viajan mucho. No me llama la atención los puestos ni los honores. 

No me gustan los ambientes acartonados de algunos  intelectuales. Rechazo el formalismo y las jerarquías. Sinceramente no me llama la atención.

Han habido mujeres  en la historia que me han impactado fuertemente. Una de ellas fue Etty Hillesium por su búsqueda por la verdad, por su amor enorme, por su deseo sincero de perdonar a los alemanes cuando la llevaban a los campos de concentración.  Ella decidió como hebrea, quedarse con su pueblo para pasar la suerte de su pueblo habiendo podido escapar de Holanda.

Otra de ellas es Madre Teresa, quien decidió ser una pobre entre las pobres porque sólo así podía reconocer el rostro de Dios en los sufrientes. Durante muchos años vivió la noche oscura y aceptó con reciedad vivir este dolor pues sabía que así podía comprender la tristeza de los abandonados.

Finalmente Simon Weil quien siguió con rectitud lo que su conciencia le dictaba y decidió vivir como pobre pues se sentía en deuda con la miseria humana. 

Y de estas tres mujeres hay algo que realmente me atrae.  Ellas sintieron la atracción por vivir con los  pobres, los sufridos. A veces pienso que estas mujeres a través de los olvidados de este mundo podían ver a Dios. Y cuánto las entiendo. No oso compararme con estas mujeres. Pero sólo quiero decir que me atrae lo que a ellas les atrae. Me siento en deuda con la humanidad. No quiero tener muchos bienes y gracias a Dios no los tengo. Quiero compartir la suerte del que sufre. Porque así puedo siempre ver el rostro de Dios.

Quizás no soy políticamente correcta. Quizás me dirán masoquista. Pero no es así. No quiero que nadie sufra. Pero como el mundo está lleno de sufrimiento prefiero estar donde está la mayoría. En el lado de los sufridos. Y no porque me guste el sufrimiento. Sino porque siento a Dios. Nada más. 

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